“Esos son nuestros enemigos: (…) los explotadores a base
del sistema neoliberal, que todos adoran porque el
derecho de propiedad está asegurado. Entonces los que
no tienen propiedad, no tienen ningún derecho a nada.”
Rolando Toro Araneda
En Labbé, Pedro. [PedroLabbeToro]. (2010, 18 de
Agosto). Unity, unity, unity English subtitles .wmv
[Archivo de video]. Recuperado
de https://www.youtube.com/watch?v=54kRYDIXX-4
Una de las definiciones más interesante del vocablo “caribe” es la que transmite Américo Vespucio en la relación de sus viajes, que escribe para Renato II, Duque de Lorena y Rey de Provenza. En ella, al relatar el encuentro con las gentes que habitaban estas incógnitas tierras al sur del Trópico de Cáncer, le cuenta al soberano que estas personas al referirse a sí mismas, “se llamaban en su lengua ‘Caraibi’, esto es, varones de gran sabiduría.” Es interesante y paradójico encontrarse con esta denominación – tan positiva – en palabras de un navegante europeo de quien heredaríamos el epíteto de “americanos”. Es posible que lo positivo de la lectura de este vocablo se deba a que Vespucio era más cosmógrafo y comerciante que conquistador. Pues contrasta enormemente con lo expresado por Colón, no muchos años antes, que había hecho una mañosa relación entre “caribe” y “caníbal”, entre fantásticas historias que involucraban al Gran Khan y a hombres con hocico de perro. Y es que en este momento histórico comienza a construirse una forma de mirarnos como habitantes de este lado del planeta, en adelante siempre teñida por visiones que reflejan una intención por parte de quien se arroga la autoridad de interpretarnos la realidad.
Se dice que todo conquistador es en el fondo más un encubridor que un descubridor, pues nos oculta al otro para presentarnos la imagen que él mismo tiene o la que quiere construir para nosotros según su conveniencia. Y este hecho de encubrir la verdadera naturaleza del otro es, en el fondo, la negación de su legitimidad de ser. Porque no podemos acercarnos al otro como lo pudiéramos ver a través del ojo del alma, sino que éste aparece medido por la vara que el discurso hegemónico impone. Esta práctica, ya lo sabemos, dista mucho de haber quedado relegada a las históricas conquistas del Renacimiento. Cotidianamente vemos a través de los medios de comunicación (especialmente en países como el nuestro en donde toda la prensa está controlada por un mismo sector político-económico) cómo se instala la sospecha sobre lo colaborativo y se ensalza como máximo valor la individualidad por sobre lo colectivo. Con preocupación vemos también cómo de pronto se naturalizan, en nuestra propia práctica, la aparición de “mercados” de oferta y demanda y la competencia por potenciales alumnos, pasando a convertirse en un hecho marginal o de menor importancia que la Biodanza se considere como un bien de consumo. Podríamos decir que no es culpa nuestra. Que hemos aprendido mucho más orgánicamente a competir entre nosotros que a colaborar.
Es por esto que queremos compartir con ustedes la alegría que nos da esta gran noticia, que viene nuevamente desde el Caribe. Hace unos meses les compartíamos el trabajo realizado por la Escuela de Biodanza de Cuba. Hoy, desde Venezuela, celebramos la aparición de Biovivencial, una nueva revista electrónica de Biodanza, al alero de la Escuela Venezolana de Biodanza del Zulia.
Allí un grupo de mujeres – cabe decir sin duda “de gran sabiduría” – se dieron a la tarea de generar un nuevo espacio de difusión de reflexiones e investigaciones en torno a la Biodanza, las Ciencias Humanas y la Educación. Biovivencial, revista electrónica en Biodanza y Ciencias Humanísticas, fue lanzada el pasado mes de julio y será una publicación de frecuencia semestral en donde podremos conocer vivencias y experiencias de futuros profesores de Biodanza relativas a su proceso de formación; de la práctica profesional de profesores ya titulados, o de la experiencia adquirida en diferentes talleres, seminarios, extensiones o aplicaciones en Biodanza en todas sus áreas; así como también, investigaciones realizadas o por realizar en instituciones públicas y privadas.
María Dolores Díaz, su directora, es además directora de la Escuela Venezolana de Biodanza del Zulia, que desde su creación en 2002 realiza una labor de promoción y formación en Biodanza a través de la Fundación de Biodanza del Zulia. Es así como además de realizar talleres, cursos y grupos regulares en distintas instituciones públicas y privadas, imparten en la Facultad Experimental de Artes de la Universidad del Zulia, un Diplomado de Biodanza con el fin de dar a conocer el Modelo Teórico y promover luego el programa único de formación de la IBF. En el ámbito educativo han desarrollado programas en todos los niveles, desde el pre-escolar al universitario, y han logrado incorporar el ramo de Introducción a la Biodanza como materia electiva en la Maestría de Orientación de la Facultad de Humanidades y Educación. También han realizado cursos y talleres de desarrollo personal y comportamiento organizacional con Biodanza en el ámbito empresarial y público. A estas actividades se suma un extenso trabajo en el área de Acción Social en Biodanza en distintas instituciones ligadas a la salud mental, adicciones, infancia, pueblos originarios, entre otras.
Esta profusa labor de poco más de una década en distintos ámbitos de la sociedad ha dado como fruto una gran cantidad de trabajos de investigación, artículos y ponencias, que profundizan la propuesta epistemológica y la metodología del Modelo Teórico de Biodanza. La necesidad de contar con un espacio en donde se expongan estas reflexiones y experiencias, sumadas a las que se realizan desde otras escuelas dentro de Venezuela y fuera de ella es una de las motivaciones centrales de esta revista.
Hoy, por lo tanto, tenemos la posibilidad de ir conociendo este interesante trabajo a través de Bioviencial, que en su primer número correspondiente al semestre julio-diciembre de 2016, nos trae cinco artículos en 71 páginas realmente imperdibles.
Los primeros dos artículos son relatos vivenciales que dan cuenta del proceso personal llevado a cabo por sus autores y de cómo intervino la Biodanza en ellos. El primero, de Nelson Latouche Pardo, nos presenta una mirada introspectiva y retrospectiva de sus procesos de crecimiento y transformación, apuntando a cómo la Biodanza sirvió de impulso para ellos. El segundo, de María Vivivana Pinto, nos cuenta desde una mirada sensible y personal cómo para ella entrar a la Biodanza significó un contacto con su propio proceso evolutivo desde los momentos intrauterinos hasta el presente.
María Dolores Díaz por su parte nos presenta una síntesis de un trabajo de investigación que viene desarrollando desde hace tres años y que tiene relación con lo que a nuestro entender es una de las bases del enfoque de esta revista, cual es la valoración en niveles equivalentes de importancia del proceso de transformación que plantea el Modelo Teórico por un lado, y por otro el arte y la ciencia como modos de conocer. La autora propone operacionalizarlos a partir de un Metamodelo de Investigación, con el objetivo de servir tanto en la búsqueda de respuestas a los temas esenciales de la existencia – a la manera que lo hace Rolando Toro – como contribuyendo al desarrollo y fortalecimiento del Sistema a partir de las investigaciones que se realicen con esta metodología, abarcando no sólo los ámbitos académicos y científicos sino todos aquellos donde la vida se expresa.
Más adelante Dany Mora Bracho y Paola Field López nos muestran su valiosísima experiencia de trabajo con Biodanza en un grupo de adolescentes en proceso de rehabilitación del consumo de drogas, compartiendo con nosotros sus hallazgos y observaciones en la facilitación de Biodanza aplicada a este grupo con particulares características. Resulta interesante la relación que encuentran entre los elementos del Sistema que comienzan a incidir en los participantes versus las sensaciones que buscan conseguir con el consumo de sustancias psicoactivas, en donde Biodanza juega un papel fundamental como factor de resiliencia y rehabilitación para la vida.
Finalmente Eucaris M. Rodríguez de Díaz nos ofrece una lectura sumaria del Modelo Teórico de Biodanza vinculado a su vida cotidiana, y la manera cómo los cuatro elementos se integran en él.
Es un honor para nosotros tener la posibilidad de presentarles esta nueva revista electrónica que viene a nutrir la reflexión y la práctica de este inagotable sistema, toda vez que sentimos que contribuir a la generación de redes de conocimiento es una de las misiones fundamentales de nuestro quehacer.
Esperamos de todo corazón que las noticias que nos lleguen desde Venezuela a través de Biovivencial, sumadas a las que vienen en Pensamento Biocêntrico y en la Revista Argentina de Biodanza, nos ayuden a ampliar nuestra mirada, por medio de la exposición de distintos enfoques y maneras de hacer, para que nuestra práctica sea cada vez más consistente y siempre profundamente humana.
Quedan desde ya invitados a consultar esta revista, compartirla, difundirla y a enviar sus trabajos para ser publicados, para lo cual deben ponerse en contacto con sus editoras a través de correo electrónico o del sitio web, donde encontrarán más antecedentes y las normas de publicación.
Título: Biovivencial revista electrónica en Biodanza y Ciencias Humanísticas
Sitio web : http://biovivencial.wixsite.com/biovivencial
E-mail : [email protected]
Deposito Legal: No. ppi201602ZU4760
Origen: Venezuela
Escuela: Escuela Venezolana de Biodanza del Zulia
Directora Editorial: Dra. María Dolores Díaz
Consejo de Redacción: Dra. Eucaris M. Rodríguez de Díaz – Directora de Redacción
Colaboradoras:
– MSc. María Viviana Pinto
– Prof. Arlene de J. Maluenga
– Lcda. Flor María Salazar A.
– MSc. Ydamis Garcia Peri
Periodicidad semestral: julio-diciembre y enero-junio